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VIII BIAU Cádiz. Relaciones Asimétricas / Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste

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Podría definirse esta octava edición de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo, celebrada en Cádiz entre los días 10 y 14 de septiembre y denominada ‘Estando la mar de por medio’, como oportunidad perdida. No por negligencia de sus comisarios – Francisco Burgos, Ginés Garrido, Ángela G. de Paredes e Ignacio G.Pedrosa -; ni a defectos consecuencia de las forzosas restricciones presupuestarias sino debido a una cuestión grave: la ceguera endogámica que abate a cierto sector de la arquitectura en España. Seguramente tenga también que ver con el desconocimiento, una visión sesgada y simplista que se tiene desde este lado de la mar sobre Iberoamérica; mientras que en algunos sectores de ese otro lado se tiende a un respeto timorato que mitifica la condición europea.

La desigualdad quedó patente con el predominio de intervenciones procedentes de España (pese a unas bajas de última hora de algunos participantes locales que hacen sospechar desinterés hacia este encuentro) y Portugal sobre las de arquitectos de países americanos, y en el hecho de que en algunas de las mesas redondas programadas solamente se contara con voces provenientes de la Península Ibérica. Quedaba marcado de esta manera un punto de vista de discusión demasiado homogéneo, con una profesión instalada en un estado de melancólico inmovilismo en ambos países.

En su mayoría, diálogos y ponencias fueron planos, vacíos de visión de futuro y cargados de añoranza de un tiempo glorioso esfumado abruptamente. Empezó esto a anticiparse en la conferencia de apertura pronunciada por el exjurado del premio Pritzker Carlos Jiménez, arquitecto afincado en Estados Unidos y que en esta ocasión actuaba como jurado de la convocatoria Panorama de Obras, y que seguramente fue convocado antes por el peso de su relación con el poder que por su conocimiento de la realidad iberoamericana. Con sus palabras quedó patente que esta Bienal transitaría por el camino de lo políticamente correcto y por el de una cierta visión paternalista del norte hacia el sur.

Seguramente lo más grave de la Bienal ha sido claramente el hecho de que se abordase y reflexionase poco y nada acerca de las relaciones entre los dos continentes.

Sirva como ejemplo de esto la conversación entre Emilio Tuñón y Juan Domingo Santos en torno al título “Edificios que transforman edificios”, tema importante y total actualidad como es la rehabilitación: la consigna de evitar, en lo posible, la construcción de nuevas estructuras. Y que podría haber tenido lugar en cualquier otro foro ya que no se constató la menor voluntad de hacer ningún tipo de reflexión que tratara de tender conexiones. Fue un diálogo introvertido, endogámico, que precisaba de un fuerte compromiso pero que transcurrió por los senderos de cierta autocomplacencia y el halago muto. Tras disertar el primero sobre el hotel Atrio (Cáceres) y el segundo sobre el Museo del Agua (Lanjarón) - ambos proyectos han estado rodeados de controversias por las que Tuñón decidio pasar de puntillas y que Santos ni siquiera mencionó-, el diálogo entre ambos se centró en cuestiones plásticas y metafóricas, quizá tratando de ocultar al público foráneo alusiones a los puntos más críticos concernientes a la arquitectura reciente española, muchas veces construida para la auto-satisfacción o basada en programas innecesarios, algo que permitió a Tuñón afirmar sin ningún pudor:“los arquitectos somos personas, aunque a veces pensemos otra cosa” o “con la rehabilitación vamos a poder ofrecer mucho servicio público y ahora, con presupuestos bajos, vamos a poder llevar a cabo otra arquitectura” – observación esta última que obliga a preguntar por qué entonces esto no se llevó a cabo en su momento, como una cuestión de sentido común, en lugar de tratar de reivindicar en positivo la aceptación de una imposición de la crisis.

La moderadora de este diálogo, la arquitecta brasileña Carla Juaçaba, dentro de una referencia a la Casa del Pescador de José Eduardo Cubilla López, apuntó la frase, : “En América Latina vivimos en una eterna crisis, por eso tenemos que trabajar con presupuestos bajísimos. Así se demuestra esa habilidad para trabajar con poco. Como ejemplo, la vivienda seleccionada por Paraguay, que ha ganado siendo una simple estructura de ladrillo.” Esta observación contiene implícita la reivindicación de una especie de ‘marketing’ de la humildad que ciertos arquitectos iberoamericanos están actualmente intentando ‘vender’ para consumo de la cultura europea. Se trata de una observación que resulta simplista y falaz para describir y razonar las problemáticas de un contexto donde los arquitectos se debaten, en gran medida, entre la construcción de viviendas privadas para clases privilegiadas en entornos residenciales cerrados y los procesos de autoconstrucción de las clases humildes, donde la figura del arquitecto se ha vuelto totalmente prescindible.

Desafortunada quizá fue la incoherente intervención de Carme Pinós, reflejo de una flagrante incomprensión de la idea de Iberoamérica. Acertadamente, la arquitecta colombiana Silvia Arango le observó que sus edificios en Guadalajara (México) forman parte de la concreción de la visión europea de Latinoamérica como mercado, a lo que Pinós (quizá olvidando que esta ciudad fue cuna de Luís Barragán) replicó con un desconcertante: “yo abrí una puerta a los arquitectos de Guadalajara. Antes de llegar yo, lo que ahí se hacía era terrible”.

En esa misma línea de la idea del colonizador y el buen salvaje (algo que también se ha hecho patente en la última edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia) se encontraba también la presentación del colectivo madrileño Zuloark, ahora bajo la marca internacional de Zoohaus y que, desde un empalagoso paternalismo, mostraron su proyecto en la comunidad de Palomino (Colombia). En él, queriendo afirmar una postura ideológica que manifieste una desvinculación de la fijación por la singularidad y el formalismo de la generación precedente, acaban sólo llevando a cabo un ejercicio de solidaridad lúdica. Las acciones propuestas son dispersas y sus supuestas buenas intenciones terminan percibiéndose como inútiles.

Su voluntad de hablar de la vivencia de la arquitectura desde un protagonismo concreto, a través de Rogelio, Abilio, Gilma, Basilia… culmina sin embargo en su transformación en personajes pintorescos y su utilización con fines meramente beneficiosos para la imagen de Zoohaus mediante una exhibición impudorosa de cómo la gente de la localidad debe agradecer la limosna traída (véase el video mostrado al final de la presentación). Ejemplos como una red atrapa-cocos justificando su diseño con la teoría naïf de que mueren más personas por golpes causados por caídas de cocos que por ataques de tiburones, o 'baños híbridos' transmiten la impresión de que estos misioneros sui generis recitan –autofascinados- al auditorio lo que ayer mismo ellos descubrían en sus viajes a estas tribus primitivas. Las propuestas se centran en la mera anécdota, sin que se pueda percibir proceso alguno de la información o un objetivo que trascienda la mera fascinación ante lo que parece entenderse cómo exótico.

No en vano el proceso más ambicioso que emprenden es una especie de cubierta de palma y madera que deriva de la tipología vernácula ancestral denominan ‘maloca’ y que ha sido incluida dentro del conjunto de obras escogidas por el jurado, una inclusión que lleva a preguntarse qué es exactamente aquello que está reconociéndose: ¿la materialización de la maloca? ¿la idea de inteligencias colectivas, que no representan más que una serie de experimentos de relativo ingenio? ¿el turismo antropológico-solidario costeado por alguna institución (no especificada)? ¿o es que la maloca sirve al jurado para pretender demostrar su apoyo a un proceso de supuesta renovación ideológica? Tras ser usada durante un periodo de dos años y –según se nos cuenta- a causa la falta de pericia los habitantes del pueblo, fue incendiada por una chispa recientemente, explican Zoohaus, añadiendo que la visión positiva que de su experiencia extraen es que de la red que ellos han creado se ha activado para reconstruir dicha cubierta nuevamente.

La inclusión de Zoohaus en el panel marca el punto más álgido del desconocimiento sobre las posibilidades que puede brindar la arquitectura cooperativa, un ámbito en el que la arquitectura en Iberoamérica cuenta con una larga tradición de modelos de creación y gestión como puede ser por ejemplo Arquitectos de la Comunidad y que, evidenciando la factibilidad de dinámicas inversas, deben verse como referencias de las que Europa puede aprender mucho.

Pero no sólo los españoles muestran un desconocimiento de la realidad más allá del mar. La afirmación del colombiano Felipe Mesa pone de manifiesto la dependencia de cierta élite de arquitectos iberoamericanos de la imaginería de las publicaciones arquitectónicas europeas. Su discurso dejó entrever el alejamiento que estas clases toman con respecto al ciudadano, demostrando que el alejamiento no es tanto una cuestión de nacionalidades como de desencuentro de clases. Cuando Mesa habló del barrio popular de Santo Domingo, próximo al complejo Escenarios Deportivos, se refirió a éste como un lugar "fantástico; lleno de diversidad formal, de usos, de maneras de vivir; que yo disfruto bastante y que a partir de esta reubicación y estas intervenciones que hemos hecho hemos podido conocer, porque esto en el Medellín de los años 80 era un área violenta y complicada que, en realidad, conocíamos poco”. 

Los Escenarios Deportivos de Mesa junto a Giancarlo Mazzanti, que es de hecho un proyecto arquitectónico correcto, puede sin embargo también leerse como una compilación de los tics que han estado afectando y siguen afectando a la arquitectura europea y global. Productos de fácil digestión para los consumidores de revistas a los que, como novedad, se les agrega una falsa carga emotiva y una sobrecarga metafórica que navega entre lo telúrico y lo folclórico, como la que hace referencia a los invernaderos tropicales, la topografía de las montañas, a las hora reivindicadas arquitecturas populares, impregnadas con un toque de populismo mediante la utilización de los individuos, casi a la manera de figurantes, agentes tenidos en cuenta al final del proceso y no durante su desarrollo, en el video que se exhibió al final de la presentación de Felipe Mesa.

El siguiente párrafo, extraído de la revista colombiana Escala, como comentario a la edición del monográfico de Arquitectura Viva (número 138, V-VI 2011) titulado ‘Mosaico Colombia’, sintetiza con precisión este estado de las cosas:

“Como define Luis Fernández-Galiano, editor de la revista Arquitectura Viva, la Colombia del café, las esmeraldas y las flores es hoy también la Colombia de la arquitectura, donde los proyectos municipales se han convertido en instrumento de regeneración cívica. Pero esta afirmación de Fernandez-Galiano, parece demagogia en la escogencia de los proyectos que representan a Colombia en esta edición. Sin duda nada más ‘internacional’ que los todos magníficos proyectos de Medellín. Nada más apetitoso para una visión eurocentrista, que los globales lenguajes de muchos de los proyectos que han trasformado a Medellín y la han posicionado, con todo merecimiento, en el panorama arquitectónico mundial.”

Como una obsesión contemporánea, los organizadores de esta edición de la bienal han intentado por todos los medios de desmarcar su selección de la relación con la demonizada arquitectura del espectáculo, pensando quizá que una subliminal negación haga que constante actual termine desapareciendo. Por ello resulta incomprensible por qué la exposición de las veinticinco obras finalistas seleccionadas por el jurado de la BIAU se haya articulado en torno a la idea de que cada obra esté representada por una sola fotografía: una enorme transparencia de gran efectismo que ofrece una visión parcial y espectacular de la obra. La única vía para acceder más información que permita comprender la integridad del proyecto es un código QR que redirige a la web de la Bienal. Aun siendo un sistema interesante, posiblemente, el concepto de exposición, podría haber incluido una información que proporcionara una lectura arquitectónica más profunda de cada uno, ya que de otro modo parece estar explicándose la arquitectura otorgando (aún) una preponderancia excesiva a la imagen espectacular o sublimada del edificio.

Sí resulta muy acertada la inclusión la convocatoria “Videourbana”, abierta a la participación general, invitando a mostrar la percepción y experiencia individual sobre la ciudad. Las piezas seleccionadas son documentos de gran valor y sinceridad con los que adentrarse en la diversidad de realidades que confluyen en el ámbito de territorios que coinciden en la Bienal.

España y Portugal, asfixiados por la crisis, han malgastado una inmejorable ocasión para respirar a través de otras realidades, dejar de pensar en Iberoamérica sólo como posible mercado o un lugar del que apiadarse para pasar verlo como un lugar para el diálogo, el intercambio de conocimiento. La importancia de la continuidad de la BIAU es indiscutible, por eso se debe ver esta edición en Cádiz como un fracaso constructivo, un punto desde el que reconsiderar los pesos específicos de cada lado de mar. Dejar atrás el victimismo y complejos americanos y la ignorante prepotencia europea.

 

Conferencias y debates de la VIII BIAU 

 

Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste

Versión ampliada del texto publicado originalmente en el suplemento cultural de ABC, Madrid - 22 de Agosto de 2012 - Número 1059

 

 

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