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Punto de confluencia / Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste [11/10/09]

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En el marco de un coloquio celebrado hace aproximadamente un año, un grupo de jóvenes arquitectos de Zaragoza se preguntaba e inquiría a un grupo de colegas, procedentes en su mayoría de Madrid y Barcelona, acerca de cuáles podían ser las acciones mediante las que señalar e intensificar su posición dentro del mapa de la arquitectura española presente.

Esa pregunta aparecía formulada tal vez a causa de la sensación de presión que ejercería la conciencia de encontrarse en el centro del imaginario tour de force que se dirime entre las dos principales ciudades del Estado, y por la relación que casi todos guardan con ambas ciudades, por haber tenido que emigrar para formarse como arquitectos en alguna de ellas, una situación que no han tenido que afrontar profesionales de Sevilla, Valencia, San Sebastián, Granada, A Coruña… ciudades que cuentan con sus propias escuelas. La inquietud de los arquitectos zaragozanos ante cómo replantear su situación parecía hallar una razón de peso para incrementarse en estos momentos asimismo por la percepción de su ciudad como un eje de fuerza centrífuga, provocada por la sensación de hallarse a una distancia de apenas ochentaminutos de AVE entre Madrid y Barcelona – un factor que debe considerarse específico en este caso, ya que una similar reivindicación de visibilidad podría formularse en muchas otras ciudades españolas. Otro de los motivos de esa inquietud era ver la conclusión, un tanto desalentadora, de ExpoZaragoza 2008, que representó cambios significativos en la formulación de una nueva identidad para la ciudad y el potencial de sus dinámicas arquitectónicas, pero que también dejaba un pesado lastre y muchos interrogantes sobre qué hacer con ese elefante blanco, que a día de hoy todavía permanece irresuelto.

Transcurrido un año de aquel encuentro, la ciudad cuenta con dos escuelas de arquitectura: una pública, dependiente del Centro Politécnico Superior de la Universidad de Zaragoza, que inició su andadura el curso pasado; y la recién inaugurada Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Zaragoza Universidad San Jorge (ETSAZ USJ), sobre la que se hace preciso hacer notar la particularidad de que el aula donde se impartirán seminarios es una de las salas de espera de la Estación Intermodal Delicias. Éste es un gesto elocuente, una expresión de la determinación de modificar el estado de la situación y crear nuevas sinergias: revertir lo que antes era una posición centrífuga y podía constituir un factor en contra, y convertir la posición de Zaragoza como paso de tránsito entre ambas capitales en un punto de encuentro, usar literalmente la estación como reflejo de Zaragoza como ese enclave simbólico donde detenerse, donde hacer posible que se congreguen (AVE mediante) docentes procedentes de Madrid y Barcelona, augurando para un futuro la posibilidad de quebrar esa bipolaridad y propiciar el surgimiento de una nueva red de relaciones. En esta sala se celebró el pasado 11 de septiembre una sesión inaugural donde se presentó el proyecto de esta nueva escuela a través de un coloquio donde participaron Félix Arranz y Santiago Carroquino, director y director adjunto de la ETSAZ USJ respectivamente, así como los estudios Ecosistema Urbano (Madrid) y BOOPBAA (Barcelona) –que ejercerán como docentes-, con representantes de la última generación local como Cerrejón, Lacruz, Sanfelipe, de Yarza, Mas, Grávalos y y asimismo se otorgó la palabra a diversos invitados cuyas bases profesionales se encuentran en diferentes capitales del país, y que posibilitarán el tejido de esa red sobre la cual tiene como objetivo sustentarse la escuela.

La ETSAZ USJ nace con la intención de plantear unas estructuras de formación coherentes con las necesidades y expectativas que la profesión de arquitecto requiere dentro de los parámetros del siglo XXI, teniendo asimismo muy presente el modo en que su posición y escala se convierten, como subraya Arranz, en factores esencialmente definitorios del modo en que ésta aspira a constituirse como un agente activo. “Se trata de una escuela de arquitectura de dimensión pequeña: por lo tanto, ágil y receptiva. Su estratégica situación geográfica en la encrucijada de Madrid, Barcelona, Bilbao, Pamplona y Valencia nos animan a pensar en un proyecto que trasciende las condiciones locales para apoyarse y orientarse en una situación directamente nacional e internacional”.

La ocasión de este debate y el nacimiento de la ETSAZ USJ llevan a advertir de la necesidad de reflexionar a fondo acerca del estado de la formación de los arquitectos. Éste es la aportación fundamental que tuvo este encuentro, que hizo converger una conjunción de inquietudes y visiones internas y externas a la ciudad.

Una primera reflexión obligatoria a nivel general sobre la enseñanza académica de la arquitectura es meditar cómo establecer un sólido plantel docente frente a la situación de crecimiento exponencial (y, podría decirse, desmesurado) de nuevos centros de aprendizaje de arquitectura –tanto públicos como privados- que actualmente se está produciendo.

La ETSAZ USJ se funda desde la pregunta esencial de cuáles son las maneras a través de las que rearticular la enseñanza de la arquitectura en un tiempo confuso, en un panorama que precisa de más redefiniciones que de afirmaciones, y en donde las escuelas se enfrentan a un presente que se debate entre la obsesión por enriquecer la universidad con nombres en boga antes que con verdaderos enseñantes, nombres que se transforman en ubicuos, o el estancamiento por el que han optado otras escuelas y que las han imbuido de un inmovilismo que las ha acabado excluyendo de estar interviniendo en la discusión real, como muchas reconocidas escuelas a nivel internacional, que viven hoy más de la frivolización del prestigio que antaño se labraron y con una tendencia clara a la omisión de reconocer entre sus competencias el promover y acoger un debate riguroso. Un estado presente contra el cual una nueva escuela debe afirmarse consciente y reactiva.

Indudablemente, la parte más importante en este proyecto de escuela va a estar a cargo de los arquitectos locales, razón por la que se hace necesario señalar que el proyecto sea lo más riguroso y coherente posible, no dejándose seducir por lo efímero y asumiendo que no todo es posible en un ámbito académico: que además de los alumnos deben formarse los docentes, y que es indispensable priorizar la solidez del conocimiento y el intercambio de ideas por sobre la mera producción de imágenes arquitectónicas huecas. También será fundamental ahondar en cómo va a ser la relación de la escuela con la sociedad local de la que forma parte, a fin de evitar el aislamiento de ésta con respecto a la dinámica de la ciudad que se produce por desinterés o desconocimiento, hacer de la ciudad un sujeto de la universidad, propiciando romper con el hermetismo y el desprecio de ciertos nuevos arquitectos por la arquitectura ordinaria.

Como antecedente de este concepto de posición de Zaragoza como punto de convergencia puede citarse el nacimiento del GATEPAC, cuya carta fundacional se redactó en el Gran Hotel de esta ciudad en 1930. Un encuentro que entonces fue propiciado por el arquitecto aragonés Fernando García Mercadal y que hoy puede suponer una analogía estimulante.

 

Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste

Publicado en ABCD las Artes y las Letras - Número 917

 

 

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