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Aprendiendo de Dubai Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste [24/01/08]

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“Dubai se escapa a la comprensión” afirma Amer A. Moustafa, uno de los arquitectos que emiten su opinión dentro de Al Manakh, el número monográfico de la revista ‘Volume’ (editado con motivo del International Forum Dubai) dedicado a analizar el fenómeno urbanístico y arquitectónico que está teniendo lugar en esta zona del Golfo Pérsico. En él, como editor junto a Ole Bouman y Mitra Khobrou, Rem Koolhaas firma un escrito donde razona los motivos por los que resulta indispensable prestar atención fascinada a este fenómeno, planteando que lanzar cualquier alegato contrario a éste y su significación supone simplemente una resistencia a reconocer el fracaso de la propia ideología.”Vivimos en una era de finalizaciones, no de nuevos inicios. Al mundo se le están agotando los lugares donde podría comenzarse todo de nuevo” sentencia Koolhaas, antes de –figuradamente- señalar con el dedo hacia esta ciudad en el desierto, y anunciar dónde se halla uno de esos últimos reductos disponibles donde volver a plantear un comienzo: “La amplia mayoría de desarrollos que los críticos deploran se originaron y se han convertido en la norma en sus propios países. El Golfo Pérsico no está reconfigurándose a sí mismo: está reconfigurando el mundo. Los emprendedores del Golfo están alcanzando lugares que la modernidad no había alcanzado antes.” y están con ello dando forma al futuro de la arquitectura, dando una alternativa tangible al ‘inagotable reciclaje de panaceas nostálgicas’ que proponen alternativas ‘bien intencionadas pero moribundas’.

Paradójicamente, consciente o inconscientemente, con estas sentencias, Koolhaas está desvelando el fracaso y su ineptitud para comprender el mundo actual. La idea de este volumen, incluyendo su formato y planteamiento gráfico, es evocadora del Content editado en 2004. Al Manakh reproduce un formato conceptual manido y agotado por el mismo Koolhaas y sus discípulos, donde se pone de manifiesto su actitud cínica y su gusto por el ‘todo-vale’, y que se plantea antes como un producto más pensado para saciar su vanidad y afán de autoridad indiscutida y protagonismo que para constituir una reflexión sólida sobre modelos urbanos de dudosa consistencia. Pero es, no obstante, un documento importante porque a través de él se percibe subliminalmente la crisis de ideas ante un mundo que está cambiando aceleradamente y la ineptitud de autores de enfrentarse a él, por lo que recurren a echar mano de planteamientos ya estandarizados: el ensalzamiento de la arquitectura basura como panacea, el elogio del capitalismo como la solución a la construcción de nuevas ciudades… Toda esta radicalidad, que en algún momento pudo haber tenido un sentido para romper con conceptos conservadores surgidos durante la modernidad, hoy se evidencia carente de todo sentido. La idea de un libro como caja contenedora de una acumulación de textos e imágenes de cuestionable posición crítica y reflexión complaciente, enmascarada como erudita trasgresión, se convierte en tiempos hiperinformacionales en material anticuado, mero pensamiento estético.

Los emprendimientos que están transformando Dubai son nuevos fragmentos urbanos, de propiedad privada: centros comerciales, comunidades residenciales, centros recreativos, parques temáticos y sedes de corporaciones multinacionales. Entornos físicamente separados del continuum urbano: fortificados, vigilados por cámaras y vigilados por servicios de seguridad. Constituyen lo que puede denominarse como ‘ciudades privadas’ que en su versión más exponencial se manifiestan en nuevo suelo de creación artificial. La culminación de una tendencia urbanística que tiende a la supresión del espacio público. Dubai y las capitales del Golfo Pérsico por extensión se constituyen como una artificialidad, una hiperrealidad concebida y puesta a la venta para las fortunas de la era global donde la alta densidad de espacio privatizado obstaculiza cualquier evolución de Dubai como civitas pero capaz de crear felicísimos habitantes consumidores.

“Dubai es una fantasía de las Mil y Una Noches. Los ‘orientalistas’ la detestan y los ‘occidentalistas’ la consideran excepcionalmente radical. Referida como ‘Ciudad del Pecado del Consumismo Decadente’ o el líder del Renacimiento Árabe- Islámico, Dubai es de hecho ambas cosas” razonan los arquitectos residentes en los EAU Mark Kirchner y Samia Rab, evidenciando que el surgimiento de estos enclaves es una realidad que requiere ser analizada no sólo como fenómeno urbano y arquitectónico sino como evidencia de la yuxtaposición profunda que late en un territorio generando sus propias condiciones de modernización pero que está consintiendo en ser diagnosticado y producido por un Occidente empeñado en actuar como colonizador ideológico. Al Manakh resulta necesario para comprobar la fatuidad de la tendencia de pensamiento que en él se plasma. Justificar las barbaridades perpetradas en nombre de la libertad y la modernización en lugares usados como laboratorios por una pandilla de arquitectos estrella, ávidos de dinero y notoriedad, patrocinados por las familias poderosas dueñas del petróleo de la zona, muestran la dimensión cínica y neocolonialista del fenómeno del Golfo Pérsico, absolutamente camuflada en este volumen. La mirada crítica sobre el fenómeno de los Emiratos Árabes debería fundarse en una posición abierta, no ligada a conceptos puristas de urbanismo, ya superados. Es preciso pensar si éste es un modelo aceptable de ciudad o solamente sirve como justificación de la inutilidad de los arquitectos para plantear ex novo modelos complejos y comprometidos socialmente, que trascienda de saciar su vanidad y codicia mezquina, una posición cínica y estabilizar la cultura vacua y exhibicionista de la ‘sociedad de las celebridad’ y la basura opulenta que la rodea y justifica.

Romper con la fascinación cargada de ironía hacia la arquitectura basura, nos situaría ante la disyuntiva de si es realmente seguir necesario ahondando en un tiempo y una tendencia que ya ha llegado y que encarna los aspectos más degradados y vergonzosos del espíritu de la cultura contemporánea; y nos permitiría entender, desde nuevas miras, que el periodo de globalización posee efectivamente el potencial de actuar como punto de partida hacia una forma de concebir las ciudades de una manera nueva.

Aceptamos que Rem Koolhaas tiene razón al afirmar que nos encontramos en tiempos de finalización, pero yerra al no asumir que su tiempo y su modelo intelectual están igualmente agotados para afrontarlos. Deberían, él y sus apóstoles, meditar sobre el fin de este modelo y las consecuencias que éste ha tenido sobre la visión crítica de la próxima generación, que se fascinan ese cinismo simplista producto del neoliberalismo, que en realidad actúa como un freno para la búsqueda de modelos que signifiquen un nuevo comienzo y hace del arquitecto un bufón, servidor de poderes neoabsolutistas, que además se complace en este rol.

 

Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste

Publicado en el suplemento cultural de ABC.es

 

 

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